MIRAR ESTO SI SOIS VALIENTES.
HISTORIAS DE MIEDO, EDAD RECOMENDADA APARTIR DE LOS 5 AÑOS
Era
un noche en la que mi abuelo estaba muy malo… mis padres se fueron a su
casa y yo me quede con mi hermano en casa, nos fuimos a dormir y al
momento llega mi madre para decirme que mi abuelo había muerto, que se
iba otra vez para la casa de mis abuelos…
Esa
misma noche, despues de decirme eso mi madre, me desperté escuchando
unas voces…¡¡ERAN LA VOCES DE MI ABUELO!! que me decian… nieta mírame,
mírame, estoy aqui, ayudame por favor!! Miré alrededor y no había nadie y
yo seguia escuchando la voz de mi abuelo, incluso aveces antes de
dormirme es como si lo tuviera al lado…
Esta
historia me la contó una estudiante de catorce años en un arrebato de
intimidad. El suceso lo vivieron sus padres, a los que llamaremos Angela
y Martín (recuerdo sus nombres reales pero ya sabéis…)
Aquella
noche Angela y Martín se acostaron como de costumbre. Martín se durmió
rápidamente pero Angela tenía el sueño más flojo, de modo que cuando
empezaron los arañazos ella los oyó y se puso alerta.
Lo
primero que pensó al oir ruidos que no supo identificar debido al
miedo, fue que habían entrado ladrones en la casa. Despertó a su marido
sin abrir siquiera la luz y le pidió que escuchara y mirara a ver si
había entrado alguien al hogar.
Martín se despertó, escuchó y dijo: “Son arañazos, será el perro”.
Si
apenas hacer movimiento encendieron la luz y vieron al animal dormido a
los pies de la cama. No había sido él. Volvieron a apagar la luz pero
esta vez se reanudaron los arañazos, y cada vez parecía más claro que se
estaban haciendo en la puerta cerrada de la habitación.
Martín
dijo en voz baja a Angela que igual era un ratón, y que si era así, lo
pillaría, porque los ratones, al ver una luz, se quedaban inmóviles
momentáneamente. Y lo hizo, pero la luz demostró que allí no había
ratones. Despertaron al perro, que se puso nervioso.
Volvieron
a hacer otra prueba y cada vez que apagaban la luz se escuchaban los
rasguños sobre la madera de la puerta. Martín decidió abrir la luz y
levantarse y, con bastante miedo, según confesaría, se dirigió a la
puerta, la abrió y miró ceñudamente a ambos lados. Nada.
Se
dirigió hacia la cocina con Angela siguiendo sus pasos. Pensaban en los
niños, no querían que se despertaran e intentaron caminar en silencio.
Al llegar a la cocina Angela tuvo un pálpito.
- ¿Qué día es hoy, Martín?
Martín le dijo la fecha exacta.
- Es el aniversario de la muerte de mi madre!. -Exclamó ella.
Angela
encendió una vela y rezó y prometió a su madre que por aquel olvido le
haría una misa especial para ella. El resto de la noche no se escuchó ni
un rasguño más.
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